Idioma: Español English

Visión de la sequía en Mesoamérica y el Caribe

flecha del boton 1-Introducción flecha del boton 2-Visión del problema flecha del boton 3-Escenario climático
flecha del boton 4-Consideraciones Hidrológicas flecha del boton 5-Referencias

Aceptar como definición general de sequía el déficit de precipitaciones conduce a plantear el problema, desde el punto de vista hidrológico, como escasez de agua para el buen desenvolvimiento de los sistemas ambientales y humanos. Existe una relación estrecha entre el comportamiento de las precipitaciones y la disponibilidad de agua, de manera que el manejo de los recursos hídricos debe fundamentarse en premisas que tomen en consideración, como punto de partida, los escenarios climático prevaleciente y perspectivo. La posibilidad de contar con una infraestructura hidráulica que permita paliar los efectos inmediatos de la sequía es una garantía; aunque no absoluta, porque existen muchas actividades que dependen directamente de las precipitaciones, sobre todo en una región donde la agricultura es el principal consumidor de agua. Por otra parte, no basta hacer una buena administración del agua para mitigar el impacto de la sequía, porque que esta actividad tiene que estar integrada con un conjunto de factores naturales, económicos y sociales de los territorios afectados.

Entre las premisas que aseguran la buena actuación de la actividad hidráulica en general y, en particular bajo el azote de sequías, Suárez (1994) cita las siguientes:

* Un desarrollo económico y social de los territorios adaptado a sus características geográficas, especialmente climáticas e hidrológicas.

* Disponer de fuentes de agua y de la correspondiente infraestructura hidráulica para suministrar este recurso en una cantidad determinada y como parte de una política que considere los riesgos.

* Tener sistemas de riego y drenaje apropiados a las características de los cultivos y suelos, para garantizar la conservación y mejoramiento de los últimos.

* Servicios meteorológicos e hidrológicos capaces de obtener y suministrar oportunamente los datos, análisis, predicciones y avisos necesarios para fundamentar decisiones de planificación, operativas y de emergencia.

* Posibilidad de mantener la estabilidad económica y social si son superadas las posibilidades que tienen los mecanismos de enfrentamiento previstos para paliar los efectos nocivos de los desastres.

Sin embargo, aun teniendo un sistema de manejo del agua perfectamente organizado y capaz de enfrentar una cruenta sequía, es imposible prever con exactitud las exigencias que podría plantear un proceso de sequía en un momento dado. Por esta razón, muchas veces las reservas hídricas se agotan, poniendo en situación muy difícil a las autoridades encargadas de la gestión de este valioso recurso.

Los recursos hídricos de la Región de Meso América y el Caribe, en general, son muy vulnerables a los efectos negativos de los desastres naturales e inducidos por el hombre, toda vez que, como se señala en el informe de la “Visión sobre el agua, la vida y el ambiente para el Siglo XXI”, “para la mayor parte de las aguas superficiales no hay planes de manejo en el ámbito nacional o regional, y se sabe muy poco sobre la capacidad de los reservorios de aguas subterráneas. La degradación de los recursos hídricos es un problema derivado de la sobreexplotación de las capas acuíferas subterráneas para satisfacer las grandes necesidades urbanas, industriales y de irrigación. En la mayoría de los países de la zona no existe información confiable sobre estas reservas. Las aguas subterráneas que suplen gran parte de los centros urbanos están sufriendo una creciente contaminación, debido a la descarga inadecuada de las aguas residuales domésticas e industriales. El uso descontrolado de pesticidas y fertilizantes en las actividades agrícolas se ha convertido en la fuente principal de contaminación. También hay serios problemas de contaminación por causa de nitratos y bacterias provenientes de los sistemas de tanques sépticos”(CATHALAC, 2000). Otro elemento importante para el enfrentamiento hidrológico de la sequía es la coordinación que debe existir entre los servicios meteorológicos e hidrológicos a escala nacional y regional. Pero el nivel de coordinación entre estos servicios es muy bajo y, además, el grado de deterioro de estas instituciones, principalmente de las redes de observación, es elevado (OMM, 1996).

El análisis hidrológico y las acciones administrativas en torno al agua deben sustentarse, e integrarse, a un análisis climático objetivo. Habitualmente, las evaluaciones hidrológicas y, consiguientemente, las acciones administrativas para el manejo y la protección del agua, están fundamentadas en comparaciones con valores promedio el comportamiento de las variables del ciclo hidrológico en períodos históricos que han sido seleccionados como representativos, minimizando muchas veces, o desconociendo, la variabilidad y las tendencias del clima. Las aseveraciones hechas en párrafos anteriores respecto a cambios en el comportamiento del clima regional también se reflejan en el comportamiento de las variables hidrológicas; por ejemplo, estudios realizados en países de la región han demostrado una disminución en los recursos hídricos potenciales en treintenio 1961-1990 con respecto a evaluaciones hechas con antelación (tabla 4).

Tabla 4. Variación de los recursos hídricos potenciales estimados en países de la Región. Según Planos 2000 y 2001

Un elemento que corrobora la coincidencia de los cambios descritos para el clima de la región a partir de la década del 70, es el análisis de la serie de disponibilidad de agua en Meso América y el Caribe, preparada por Shiklomanov (1998). La figura 6 muestra la dinámica de los recursos hídricos en esta región entre 1921 y 1985 y la curva de medias móviles estimadas con subseries de 10 años muestra una tendencia a la disminución de los recursos hídricos desde comienzo de la década del 60; y la Prueba de Helmert demuestra que esta serie no es homogénea y que la homogeneidad se rompe a partir del año 1970.

Los recursos hídricos son renovables pero finitos, y sensiblemente expuestos a las anomalías climáticas. Según los estudios realizados, los procesos de sequía se han incrementado en intensidad y frecuencia. La imagen de la abundancia de agua en el trópico de Meso América y el Caribe es un mito ante las demandas crecientes de agua para garantizar las necesidades de sociedades en desarrollo y las predicciones climáticas de climas más secos para un futuro cercano. Por tanto, una buena administración del agua debe considerar la ocurrencia de la sequía como un fenómeno recurrente y frecuente, en un escenario climático que muestra tendencias predominantes a la reducción de la actividad pluvial. En este sentido, la acción de los encargados del manejo de los recursos hídricos debiera contemplar la administración del agua como un sistema participativo que incluye a todos los interesados en el uso del agua. Algunas acciones necesarias para el manejo de los recursos de agua bajo el azote de una sequía son las siguientes:

* Asegurar la actuación de las instituciones y organizaciones sociales bajo escenarios de sequía y escasez de agua, con el objetivo de garantizar el preciado líquido para el funcionamiento de los territorios afectados.

* Promover, mediante la divulgación y otras vías, la participación consciente de toda la sociedad y sus instituciones en las acciones para mitigar el impacto de la sequía.

* Mantener una autoridad centralizada en la dirección de los planes de emergencia de lucha contra la sequía, integrando a ésta a los productores de agua y prestarios del servicio.

* Asegurar la operación de las fuentes principales de abasto de agua, velando por la protección de los recursos hídricos.

Anexo 1. Sistemas de vigilancia de la seqía. Caso de Cuba

El grupo de trabajo del Proyecto FRIEND/AMIGO para el tema de Fenómenos hidrológicos mínimos, revisó en su primera reunión (San José, Costa Rica, 2000), estudios relacionados con la sequía y sistemas que se emplean en la región para la vigilancia de este fenómeno.

Este grupo constató que el Instituto de Meteorología de Cuba, con el objetivo de diagnosticar la sequía meteorológica, ha implementado un Sistema Nacional de Vigilancia de la Sequía (Lapinel y otros, 1997). Este sistema se basa en la utilización del subsistema Monitor, diseñado para el seguimiento de la sequía meteorológica, a través del procesamiento estadístico de series de lluvias mensuales. Con la explotación de este sistema se logra un minucioso control de la evolución de los acumulados mensuales de lluvia o por períodos de tiempo seleccionados. El Monitor permite detectar con rapidez y alta fiabilidad el inicio, la extensión espacial, la intensidad y el fin de un evento de sequía en cualquier parte del territorio cubano.

La vigilancia de la sequía está integrada a un sistema de vigilancia del clima que tiene en servicio operativo importantes subsistemas de programas automatizados, como el “Subsistema automatizado para el cálculo de parámetros hidrotermodinámicos y energéticos”, que tiene como entrada los datos de radiosondeo de la atmósfera (Báez, y otros, 1998) y el “Subsistema para el cálculo de índices de circulación de Katza”, en las variantes de las intercepciones o de rejillas de la información barométrica de cualquier región o nivel de la atmósfera, (Aroche y otros, 1999). Por otra parte, los aspectos más sobresalientes de la circulación atmosférica a diferentes escalas espaciales son examinados fijando atención en la evolución de los campos troposféricos de las principales variables meteorológicas y las características hidrotermodinámicas y energéticas de la atmósfera sobre el área, en cuanto se relacionan con la sequía. Así mismo, respecto al forzamiento climático, es tenido en cuenta el rol de los eventos ENOS (fases cálidas y frías), la Oscilación Cuasi-Bienal y la Actividad Solar y su relación con el comportamiento de las lluvias.

Complementariamente, con el interés específico de atención a la economía agrícola, se diseñó e introdujo en fase operacional el “Subsistema de Alerta temprana de la Sequía Agrícola”, (Rivero y otros, 2000), con el que, a partir de un riguroso control de todos los componentes del balance hídrico, se determina con elevada resolución y de manera diferenciada, dónde y en qué grado se han generado condiciones adversas o favorables, para el crecimiento y desarrollo de cultivos agrícolas y la actividad pecuaria, posibilitando seguir su ulterior evolución en las escalas espacio-temporales más convenientes para el adecuado control y mitigación de los impactos de estos procesos en el país.

Los sistemas para el control de la sequía meteorológica y agrícola, poseen la capacidad de ofrecer sus salidas listas para la cartografía automatizada o el empleo de los Sistemas de Información Geográfica (SIG).

<< Atras Siguiente >>